Hace algunos días visitamos el ex convento del desierto de los leones, como siempre como medida de admiración, retiro y contemplación de lo que alguna vez fue nuestra vasta cultura arquitectónica y de paisaje, llegamos temprano como a las 9:00 am a desayunar, terminado el alimento pasamos a visitar la parte interior del convento. El clima semi-húmedo de la mañana contorneaba todo el musgo atesorado por las paredes desde hace muchos años, una piedra monolítica que simula un lavadero da la bienvenida a los visitantes. Como un gran conocedor de los espacios del convento por diversas razones que solo el tiempo y el espacio te da, tomamos la ruta corta para ir al jardín principal, el jardín trasero, me refiero a la entrada izquierda; aquel pasillo con bóveda que invita entre sus pasajes al primer jardín interior de lado derecho, es ahí donde detengo el relato para describir lo observado: El convento siempre será un sitio hermoso aun y cuando ha pasado por pésimas remodelaciones a través de los años, ¿hoy no se qué sucedió? Parece que a alguien se le ocurrió que daba lo mismo tener el convento abandonado que tenerlo maravilloso, resulta que por medio de patrocinios (desconozco de quien o quienes) han estado plantando flores coloridas de temporada enmarcando los parterres de arrayanes, han demarcado algunos caminos con gravilla de mármol ó roca blanca, han conservado el concepto medieval sumamente tardío del lugar. En fin me complace decir que quien esté buscando un sitio de relajación visite este lugar, el asistente quedara impactado visualmente por todo el nomeolvides, las macerinas y diversas flores que presentan una ilusión visual y de sentimiento de que esta es su casa, este es su jardín y este es nuestro desierto.
Gracias!